Dicen… que un pequeño pueblo muy, muy lejos de las grandes ciudades, había un hombre que deseaba crear algo que cambiase el futuro de la humanidad.
“¡quiero crear vida!”
Siempre decía, sin saber que estaba retando a las divinidades. Pasaron años antes de que lograse crear al primero de estos seres, la felicidad llegó a aquel hombre y al pueblo por su hazaña, pero… aquella criatura, se negaba a recibir alimento alguno o tan siquiera el tacto de su creador, solo deseaba morir, y así fue a los pocos meses, no sin antes susurrar en su lecho de muerte su tétrica sentencia:
“Los cielos te castigarán… y tu vida… un infierno se volverá, por haber tratado de jugar a ser dador de vida…te maldigo a ti y a cualquiera que vuelva a crear criatura como yo…”
Tras decir aquellas palabras, la oscuridad que había en este ser, sumió al pueblo llevándolo a una era de sangre y destrucción… transcurrieron años, centurias y ahora la gente ha olvidado todo lo ocurrido, dejándolo como una simple leyenda, el pueblo se ha convertido en una ciudad pequeña, pero… la oscuridad sigue rigiendo en este lugar, solo atrayendo a aquellos que portan un alma con aroma a muerte.
Poco a poco fueron apareciendo más criaturas en las profundidades del pueblo, muchas rondan los alrededores y algunas son atraídas al que antes era el hogar de aquel hombre que jugó a ser divinidad, esa casa se ha convertido en una tienda especializada en mascotas exóticas, el dueño de dicho lugar las sella en pequeños huevecillos cada cual con un tatuaje correspondiente al deseo de cada comprador…
Compra una de esta criaturas y desafía lo impredecible… cuidado, dicen que estas creaturas matarían por conocerte…
¿Será cierto?
